“La peor forma de injusticia es la justicia simulada.”
Platón (438-328 Antes de Cristo)
Actualmente, los sistemas descentralizados basados en redes Blockchain y Lex Cryptographica están empezando a cambiar la forma en la que ejecutamos contratos. Con este nuevo tipo de sistemas que se apoyan en la capacidad de las redes Blockchain para ejecutar código a prueba de manipulaciones, a prueba de censura y de forma autónoma, estamos viendo nacer una nueva generación de Contratos que actúan de manera inteligente, programática, predecible, de manera modular, dinámica y, en muchos casos, de una manera que nos salva de la ambigüedad en la que se envuelven los contratos legales tradicionales.
Sin embargo, si queremos hacer uso de este tipo de Contratos Inteligentes para crear un registro de todo o alguna parte de algún acuerdo legal, esto crea nuevos retos y desafíos que analizaremos en este caso de estudio que esperamos sea de tu interés.
Por un lado, estudiaremos el problema de la privacidad, ya que su naturaleza digital resulta no ser tan privada como un acuerdo físico en papel, y por otro lado, dado que el código a veces no resulta tan sencillo de auditar o escudriñar, vamos a estudiar cómo esto puede dar pauta a la creación de estándares en este tipo de convenios contractuales que muy pocas personas pueden realmente entender.
Por último, vamos a brindar un vistazo hacia algo que resulta todavía más preocupante: la posibilidad de considerar que la naturaleza autónoma y a prueba de censura de los Contratos Inteligentes pueda ayudar a crear y fomentar la actividad criminal.
El objetivo de dicho análisis es ayudar al lector a entender cómo la tecnología Blockchain tiene el potencial de tener un impacto tremendo en los conceptos comúnmente aceptados de lo que significa un acuerdo legal y asimismo, ofrecer un vistazo hacia el futuro sobre los impactos tanto positivos como negativos que pueden llegar a crear, para finalmente exponer la posibilidad de que ciertas redes puedan usar el concepto de Lex Cryptographica para la creación de Contratos Inteligentes que fomenten y permitan la actividad ilegal.
Bienvenido a Solarpunk Dreams. Un blog donde analizamos a profundidad las partes más controversiales de la revolución del Web3.
Una breve historia de los Contratos Digitales
El inicio de la historia de los Contratos Digitales modernos la podemos ubicar en el mes de junio del año 1948, cuando la Unión Soviética corta el acceso hacia Alemania Occidental y partes de Berlín tanto por carretera, vías de tren y vía marítima. En respuesta, los Estados Unidos y las Fuerzas Aliadas inician en ese mismo año un programa de transporte y asistencia aérea destinada a Berlín, enviando más de 2 millones de toneladas de comida y otros suministros a la capital alemana de la posguerra. Para tener una organización y llevar un registro certero de la cantidad tremenda de carga que estaba siendo enviada de forma regular al Berlín del Occidente, el señor Edward Guilbert, con el cargo militar conferido de U.S. Army Master Sergeant, ordena el desarrollo de “un sistema de manifiestos de carga que pudieran ser transmitidos por télex, radio o teléfono”.
Años después de este ejercicio de asistencia aérea en Berlín, las lecciones aprendidas se fueron filtrando hacia el sector privado durante la Guerra Fría con la Unión Soviética. En 1965, el mismo Sargento norteamericano Edward Guilbert, que en ese entonces se encontraba ya trabajando para la compañía DuPont, crea un sistema conocido como Electronic Data Interchange (EDI o Intercambio de Datos Electrónicos), desarrollando una especie de arreglo estándar en el intercambio de mensajes electrónicos usados para el envío y traslado de mercancía entre Dupont y uno de sus contratistas, Chemical Lehman Tank Lines. El sistema creado por Edward Guilbert permitió a DuPont enviar manifiestos al otro lado del Atlántico vía télex, los cuales eran posteriormente impresos en papel perforado que podían ser ingresados en las computadoras de DuPont que se encontraban del otro lado del mundo.
En las décadas que siguieron después de la primera implementación propuesta por Edward Guilbert, los sistemas basados en Electronic Data Interchange (EDI) se diseminaron hacia fuera de la compañía DuPont, creando con ello una tendencia a nivel global en la conversión de registros físicos, confirmaciones y manifiestos comerciales en su equivalente digital.
Hoy en día, los sistemas EDI tienen una amplia adopción, particularmente para el manejo de cadenas de suministro complejas. Las compañías que se dedican a los envíos, suministro de alimentos y la industria automotriz utilizan día con día de manera rutinaria sistemas EDI para el intercambio de órdenes de compra, facturas electrónicas, documentos de embarque, niveles de inventario, así como varios tipos de confirmaciones que facilitan las relaciones con sus socios comerciales, eliminando con esto las ineficiencias del papeleo manual y reduciendo costos administrativos.
Cabe hacer notar que los sistemas EDI tienen unas cuantas limitantes. Debido a que estos contratos electrónicos solamente tienen la mera función de describir los términos y condiciones en un formato electrónico, tienen muy poca utilidad para reforzar o cambiar la forma en cómo cada parte cumple con sus obligaciones comerciales.
A finales de los 90, el científico y Cypherpunk Nick Szabo se dio cuenta de estas limitaciones y formuló una nueva manera de ejecutar contratos electrónicos. En un documento titulado Formalizando y Asegurando las Relaciones en Redes Públicas, Nick Szabo describe la forma de apoyarse en el uso de protocolos criptográficos que haría posible la creación de software que se asemejara más a las “cláusulas contractuales” y conjuntara a las partes involucradas en un tipo de contrato tal que las responsabilidades y obligaciones de cada uno se mantuvieran vigentes durante la duración del mismo.
Desde ese entonces, los lenguajes de programación que sirven para describir contratos han sido objeto de estudio por el mundo académico.
Como ejemplo relevante, un poco después de que Nick Szabo hiciera públicas sus investigaciones, Mark Miller, Chip Morningstar y Bill Frantz crearon un modelo de contratos para Options en el mercado financiero de Wall Street utilizando un Lenguaje de Programación Orientado en Objetos (Object-Oriented Programming Language).
Asimismo, a finales de los 90, en un trabajo conjunto entre Microsoft e investigadores de la Universidad de Glasgow, se empezaron a realizar experimentos usando contratos financieros totalmente computarizados. En el 2004, el criptógrafo financiero Ian Grigg presenta el concepto de un “Contrato Ricardiano”, un tipo de contrato que es legible tanto por computadoras como por seres humanos. De forma más reciente, en el año 2012, Harry Surden, un profesor de Leyes de la Universidad de Colorado, se dedica a estudiar el concepto de contratos basados en datos digitales y hace pública una serie de investigaciones sobre cómo la representación digital de las obligaciones contractuales puede conllevar a la creación de cláusulas de contratos “algorítmicas”.
Contratos Legales tradicionales vs. Smart Contracts
Con la creciente adopción de Bitcoin y otros sistemas basados en redes Blockchain, existe un interés renovado en experimentar con la transformación de los Contratos Legales en algoritmos y código digital. Los protocolos basados en redes Blockchain de segunda generación como Ethereum proveen la tecnología necesaria para implementar algunas de las ideas descritas por Nick Szabo hace más de veinte años. Utilizando un sistema verificable de Contratos Inteligentes basados en redes Blockchain, cada usuario puede establecer una relación comercial, que puede ser entera o parcialmente descrita utilizando algoritmos digitales y el uso de software para la administración de las obligaciones contractuales.
De alguna manera, los Smart Contracts no son tan diferentes de los acuerdos en papel fìsico tradicionales, ya que para crear un Smart Contract, se sigue la misma fórmula: las partes involucradas deben primero negociar los términos del acuerdo hasta llegar a un arreglo. Una vez llegado a este arreglo, las partes deben ahora plasmar dicho acuerdo en el código del Smart Contract, el cual es activado por transacciones firmadas de manera digital en la red Blockchain. En el caso de una disputa, las partes pueden ahora referirse a las cláusulas estipuladas en el acuerdo subyacente, buscar el apoyo de un tercero o un mecanismo que sirva como panel arbitral que pueda determinar la decisión final del Smart Contract.
Por otro lado, existe también una parte donde los Contratos Legales tradicionales y los Smart Contracts empiezan a mostrar diferencias. Una de ellas es la capacidad que tienen los Smart Contracts para reforzar de manera autónoma las obligaciones contractuales, ya que cabe recalcar que cuando los usamos, las obligaciones contractuales no están descritas en un lenguaje humano.
A su vez, estas cláusulas son descritas en el código del contrato utilizando un lenguaje de programación formal como Solidity en el caso de Ethereum. Dicho código es ejecutado de manera distribuida y transparente por todos los nodos que conforman la red subyacente basada en la bitácora distribuida, todo esto sin tener que depender de un regulador, operador o servidor que funcione como intermediario o mediador de confianza mutua. En la tecnología Blockchain la confianza mutua está basada en las matemáticas y la criptografía aplicada.
Dada la naturaleza autónoma de los Smart Contracts, las cláusulas descritas en él mismo son, por default, más difíciles de rescindir que aquellas expuestas en un Contrato Legal descrito en un lenguaje humano. Debido a que no existe ningún actor que en lo particular controle una red Blockchain pública, esto nos lleva a un nuevo paradigma legal: una plataforma a prueba de censura que se encargue de la ejecución de Smart Contracts, en la cual, después de que un contrato se pone en marcha, los términos descritos en el código serán ejecutados y no existe forma de que puedan ser detenidos a menos que las partes hayan incorporado algún algoritmo en el Smart Contract para detener la ejecución del programa.
De forma adicional, los Smart Contracts son mucho más flexibles que los contratos
tradicionales físicos, debido a que pueden ser elaborados de tal manera que puedan irse ajustando al cumplimiento de las obligaciones durante el término de un acuerdo, usando una fuente de datos del mundo externo que pueda ser confiable, comúnmente referido por los programadores como un Oráculo. Los Oráculos pueden ser tanto nodos individuales como algoritmos, cuya función única es la de proveer y transmitir información del mundo exterior hacia la red Blockchain, por ende proporcionando una “membrana” que sirve para que los Smart Contracts puedan interactuar con datos del mundo real y ahora reaccionar a eventos externos.
Por ejemplo, los Oráculos pueden permitir que una red Blockchain esté conectada y reaccione de manera inmediata a un sistema de alimentación de datos de un tercero que se dedique a transmitir el indicador británico LIBOR (London Interbank Offered Rate), otro ejemplo es que algún oráculo puede estar conectado a una red de sensores que transmiten la temperatura, humedad u alguna otra información relevante sobre una región del mundo en particular.
De manera más conceptual, un Oráculo podría también ser utilizado para transmitir la decisión hecha por algún panel o jurado que pueda determinar resoluciones de disputas privadas y servir como sistemas de arbitraje privados, a veces también referidos por sus términos en inglés: Judge-as-a-Service y Arbitration-as-a-Service.
Con el uso de Oráculos, los Smart Contracts pueden responder a condiciones cambiantes de manera inmediata. Las partes involucradas en un contrato pueden usar un Oráculo como referencia tal que sirva para modificar el flujo de dinero o alterar derechos y obligaciones previamente descritas de acuerdo a información nueva que vaya siendo recibida. El uso de Oracles + Smart Contracts también conlleva la flexibilidad de poder determinar y actualizar de manera dinámica las obligaciones contractuales, pero basadas en el juicio subjetivo y arbitrario de un grupo de individuos.
De esta manera, por un lado las partes contractuales pueden confiar en el determinismo y la ejecución garantizada de los Smart Contracts para el cumplimiento de promesas objetivas que son fácilmente traducibles a código, pero por el otro lado, pueden asignar a una persona o individuo la tarea de ser un Oráculo, cuya función es la de evaluar promesas que no sean codificadas fácilmente en un Smart Contract, ya sea porque resultan muy ambiguas, difícil de evaluar objetivamente o porque requieren de un análisis e interpretación más subjetivo.
Desde el lanzamiento de la red Blockchain pública Ethereum, hemos sido testigos de la emergencia de todo un ecosistema conocido como Finanzas Descentralizadas o DeFi basado en Smart Contracts para la ejecución de transacciones comerciales.
Los Smart Contracts están siendo también diseñados para controlar y gobernar la transferencia y emisión de monedas digitales nativas a cada protocolo (a estos se les conoce como Tokens de Gobernancia o Governance Tokens) o inclusive se ha puesto de moda el uso de tokens que representan simbólicamente activos intangibles y únicos (NFTs), sirviendo como una base de datos para llevar el control y acceder a datos u otros recursos de información como Propiedad Intelectual referenciados en una red basada en tecnología Blockchain.
Por ejemplo, un proyecto iniciado por Ujo Music se apoya en un Smart Contract para facilitar la venta de archivos de música digital con la canción Tiny Humans de la artista Imogen Heap.
El Contrato Inteligente es activado cada vez que alguien paga $0.60 para descargar la canción en el sitio web de Ujo Music. Una vez pagado, el Contrato Inteligente realiza la división automática entre el artista y autor (en este caso Imogen recibe el 91.25% del precio de venta) junto con otros siete colaboradores que contribuyeron con la creación de la canción (cada uno recibe 1.25%).
No existe ninguna parte centralizada, tal como un sello musical, una disquera o siquiera una empresa dedicada a los derechos de representación, que administre el pago. La transacción sucede de forma directa, P2P, directamente entre el comprador y los creadores de la canción. Al contrario de un contrato tradicional, el Contrato Inteligente ejecuta la micro transacción con una cuota muy baja y el pago es dividido instantáneamente siguiendo la lógica estrictamente apegada al código del Contrato Inteligente, cuyo monto es desembolsado entre los músicos en cantidades que pueden ser tan pequeñas como $0.01 de dólar.
Los Contratos Inteligentes también están ayudando a las personas a realizar
transacciones directamente unos con los otros de forma P2P en nuevas Casas de Cambio descentralizadas que no dependan de un intermediario centralizado, parecidos a Coinbase, Binance, Kraken, etc. que sirven para coordinar la compra y venta de criptomonedas. Estos nuevos servicios se apoyan en la tecnología Blockchain + Contratos Inteligentes para coordinar el pago y transacción de bienes, así como el uso de un Token de Gobernanza para arbitrar problemas potenciales que puedan surgir durante las operaciones de la compañía.
En este nuevo tipo de mercados descentralizados, los usuarios pueden intercambiar diferentes tokens utilizando una interfaz cuya ejecución depende enteramente de una serie de Smart Contracts que están corriendo en el fondo, lo cual da la capacidad de crear mercados financieros que no habían sido posibles hasta ahora: Flash Loans, Yield Farming, Liquidity Mining y otros mecanismos han sido solamente posibles gracias a la poderosa combinación de protocolos financieros cuya ejecución subyacente corre en base a una red Blockchain pública descentralizada a prueba de censura.
Contratos Inteligentes 2.0
Al analizar este tipo de sistemas más a fondo, nos damos cuenta de la relevancia y los diferentes riesgos que existen cuando los Contratos Inteligentes, como en el ejemplo de Ujo Music y aquellos que hacen correr los mercados descentralizados basados en redes Blockchain, intentan controlar y llevar a cabo la autogobernanza sobre transacciones financieras de carácter legal utilizando solamente código, ya que tal enfoque no siempre será el más apropiado; dado que las partes involucradas deben tener la opción de usar Contratos Inteligentes para grabar y memorializar un conjunto limitado de cláusulas como parte de una relación contractual que puede resultar mucho más complicada, ambigua y compleja.
Para dejar algo claro, la función de los contratos es definir derechos y obligaciones para cada parte contrayente, los cuales son plasmados en un documento vía texto o lo que conocemos como prosa legal. Estos derechos y obligaciones no son solamente a nivel individual, sino también cubren acciones que pueden depender de ciertas fechas y una determinada secuencia, las cuales pueden asimismo activar otros derechos y responsabilidades contractuales. Algunos de estos derechos y obligaciones se pueden traducir fácilmente usando la lógica estricta del código, en especial aquellos relacionados con la transferencia de valor financiero o la transferencia de un título a un activo
que se haya representado digitalmente. Estas cláusulas son a menudo binarias por naturaleza y de este modo se pueden traducir de forma muy natural al software.
Otras disposiciones contractuales, sin embargo, no resultan ser tan binarias y fáciles de definir de forma abstracta. Los contratos a menudo tienden a incluir términos que resultan ser de naturaleza subjetiva o indefinidos que representan requisitos indispensables para el buen rendimiento. Como ejemplo, una parte contrayente puede prometer actuar de buena fé, pero puede ser difícil o imposible definir precisamente lo que constituye una métrica apropiada; por otro lado otra parte contractual puede prometer dar el mejor esfuerzo para cumplir con sus obligaciones, debido a que el rendimiento más efectivo o eficiente aún no ha sido realizado.
Lo importante es reconocer el hecho de que existe un cierto valor agregado en mantener este tipo de contratos en forma abierta o que sean un poco ambiguos, debido a que esto provee de flexibilidad a las partes involucradas, mientras que por otro lado reduce el tiempo y el gasto de la negociación. En muchos casos, este tipo de ambigüedades pueden, de hecho, crear contratos más eficientes.
Las plantillas legales en las cuales están basados los contratos actuales también incluyen el uso de afirmaciones y garantías legales, las cuales no pueden ser monitoreadas directamente al estar utilizando datos almacenados o administrados dentro de una red basada en Blockchain. Este tipo de garantías van incluidas en varios tipos de acuerdos legales, como cuando las partes contrayentes reafirman intereses fiduciarios, o cuando garantizan mantener toda la información confidencial, o cuando las partes garantizan legalmente que cumplirán con leyes aplicables.
Los Contratos Inteligentes, al menos en el futuro inmediato, por sí solos, no serán capaces de codificar este tipo de garantías u obligaciones que son más abiertas y ambiguas, las cuales no son ni binarias ni altamente codificables. Este tipo de cláusulas que no tienen este tipo de estructura rígida son difíciles de predecir al momento de ejecutar el contrato y de esta manera no son aptas para ser ejecutadas en la estricta lógica del código digital.
Las firmas y bufetes de abogados están ya estudiando de manera detallada hasta donde llegan los Contratos Inteligentes en el contexto de acuerdos legales. Por ejemplo, el bufete jurídico Hogan & Lovells creó un Contrato Legal de Seguro contra Terremotos inteligente. Para hacer esto, construyeron un documento digital descriptivo sobre los términos y condiciones (Term Sheet) para así crear un Contrato Inteligente basado en Ethereum el cual es utilizado para la administración algorítmica, descentralizada, auditable y transparente de los pagos de póliza.
Sin embargo, después de correr el experimento, este bufete jurídico se dió cuenta rápidamente de que un programa basado en código no podía justificar al 100% condiciones que son típicamente incluidas de forma estándar en un contrato básico de seguro de este tipo. A partir de ahí se identificaron diferencias fundamentales y claves entre el Contrato Inteligente y un documento descrito en un lenguaje natural, así como también otras vulnerabilidades técnicas y legales.
Dadas estas limitaciones, es muy probable que la implementación de Contratos Inteligentes tengan un destino similar a aquel del que tuvieron los contratos EDI. Bajo este tipo de contratos EDI, las partes involucradas toman la opción de no depender enteramente en acuerdos basados en código, sino que la ejecución del contrato sea bajo un marco legal más amplio que contextualiza el uso de mensajes y firmas electrónicas bajo una relación contractual más amplia y compleja.
Es aquí donde hacemos el siguiente postulado: si los Contratos Inteligentes llegan a ser usados para implementar contratos legales, las partes involucradas pueden crear Contratos Cibernéticos: una nueva generación de código que mezcla contratos formulados en lenguaje humano combinado con Contratos Inteligentes escritos 100% en código y que están hechos con el propósito de poder recibir estímulo y retroalimentación (circular causality o causalidad circular), en donde los contratos terminan siendo controlados a distancia de forma algorítmica, como si fueran una especie de navíos o sistemas de sensores que responden al ambiente.
Este tipo de contratos podrían ser descritos básicamente usando el lenguaje legal tradicional, pero también pueden incorporar la descripción de un Contrato Inteligente como una referencia legal y explicar cómo el programa encaja en el contexto de una transacción legal mucho más amplia. Este enfoque permite combinar lo mejor de ambos mundos ya que combinamos las ventajas de los acuerdos descritos en la forma legal tradicional así como el cumplimiento de reglas basadas en código, de forma tal que ahora ambas formas de hacer negocios están simultáneamente disponibles, sin que una parte necesariamente tenga que escoger una sobre la otra.
Contratos Inteligentes y el mundo real
Las redes bajo las cuales imperan los Contratos Inteligentes, a pesar de tener características a prueba de censura, también hay que reconocer que tampoco operan en un tubo de ensayo, es decir, vivimos en un mundo regido por las leyes físicas.
Mientras que el código puede automatizar obligaciones de pago y la transferencia de activos de valor, las cláusulas necesitan ser negociadas de antemano y luego ser traducidas en código, y para que una relación contractual emerja vía un Contrato Inteligente, las partes aún necesitan manifestar su consentimiento en los términos estipulados bajo el uso de una firma digital.
Si llegara a surgir una disputa sobre alguna cláusula del Contrato Inteligente que expusiera de manera incorrecta la intención de alguna de las partes o si una de las partes violara el acuerdo, las partes contrayentes aún tendrían la posibilidad de emprender un procedimiento legal tradicional o abrir una ronda de discusión y arbitraje para alcanzar una resolución de manera privada. Bajo este modelo, las cortes legales de cada país retendrán a final de cuentas una gran jurisdicción sobre los efectos legales de un Contrato Inteligente. Este tipo de Instituciones legales necesitarían ahora digerir la información contextual del código digital subyacente e interpretarlo de acuerdo a los antiguos principios establecidos de la interpretación del contrato en forma legal y, si es necesario, conferir e invocar la ayuda de expertos en la materia.
Si una corte encuentra que una parte defraudó sus obligaciones contractuales, tendrá el poder de otorgar compensaciones por daños hacia la parte que ha sido violada; inclusive si un Contrato Inteligente permitiera el uso de un sistema de resolución de disputa basado en
un oráculo humano, la corte podría invalidar cualquier adjudicación hecha por el
oráculo; por ejemplo, si en dado caso el oráculo no haya considerado alguna cláusula adicional que haya sido descrita en el acuerdo legal o que sea un acto que tenga una alta negligencia de la ley existente.
El hecho de que un contrato contenga ahora cláusulas descritas en código en vez de un lenguaje humano tendrá muy poca diferencia, al menos en los Estados Unidos. Bajo la ley general del país norteamericano, los contratos pueden ser expresados o contextualizados bajo muchas instancias, y no hay un requisito o requerimiento legal en cuanto a la manera en la que un contrato es descrito para que una corte encuentre suficiente evidencia para la creación de un vínculo contractual. El factor clave en esta interpretación legal no es tanto la forma del acuerdo, sino que todo depende de si una corte puede deducir o no la intención de las partes de estar vinculadas contractualmente.
Bajo estos principios, los Contratos Inteligentes que describen acuerdos legales tienen una alta probabilidad a ser considerados legalmente válidos bajo el lente de la jurisprudencia Norteamericana. Asimismo, cualquier individuo o compañía puede ahora declarar la intención implícita de usar código para la ejecución de un contrato tal y como lo pueden hacer con papel, y dependiendo del punto hasta el cual se establezcan obligaciones recurrentes de rendimiento, los Contratos Inteligentes pueden inclusive establecer y guiar el curso del rendimiento y aplicación de las cláusulas durante toda la existencia de la relación comercial.
Por ejemplo, desde 1893 la Corte Suprema de los Estados Unidos determinó en el caso Bibb vs. Allen, el hecho de considerar como contrato legal un acuerdo que fue transmitido electrónicamente utilizando telegramas encriptados. A pesar de la manera poco convencional en la cual dicho contrato fue creado, la Suprema Corte estadounidense determinó que las partes habían celebrado un contrato involucrando la venta de 10,000 pacas de algodón, todo debido a que, de acuerdo a la interpretación legal, las partes involucradas se habían puesto de acuerdo en los términos en los cuales el negocio debería de ser realizado a través de una serie de mensajes telegráficos.
Hoy en día, las leyes tanto Federales como Estatales en Estados Unidos otorgan un escudo legal que no permite retar la validez de un contrato meramente porque fue consagrado en un formato electrónico o basado en código.
Como un ejemplo claro, en la jurisprudencia norteamericana existen un par de leyes conocidas como el Acto de Transacciones Uniformes Electrónicas (Uniform Electronics Transactions Act, o UETA) y la Ley Federal sobre Firmas Electrónicas en Actos Comerciales Globales y Domésticos (conocida en inglés como el “E-Sign Act”), bajo las cuales una corte legal no puede negar efecto legal a un contrato electrónico (con limitadas excepciones) si las partes manifiestan intención de unirse a través del acuerdo.
De esta manera, las definiciones actuales tanto de Ley UETA y las firmas electrónicas se adaptan a la tecnología que emana de Blockchain, Contratos Inteligentes y las firmas digitales generadas utilizando criptografía de llave pública/privada. Por ejemplo, bajo la UETA, un registro de la firma o un registro electrónico no pueden ser refutados de su efecto legal o ejecutabilidad si es usado como parte de la formación de un contrato. Las firmas electrónicas y registros electrónicos bajo la ley son definidos vagamente de forma tal que pueden incluir cualquier registro creado, generado, enviado, comunicado, recibido, o almacenado por medios electrónicos, así que una firma criptográfica encajaría dentro de los límites del estatuto mientras sea ejecutada o adoptada por una persona o entidad legal con la intención de sellar un registro.
La legislación norteamericana UETA contempla inclusive el uso de software automatizado como la base de Contratos Inteligentes, el cual busca unir a las partes en un acuerdo legal. El estatuto considera el uso de “programas computacionales u otros medios automáticos utilizados para desplegar una acción o respuesta en base a registros electrónicos sin tener que contar con una revisión o acción por un individuo”. Los creadores originales de la ley UETA estipulan que los contratos celebrados por las partes utilizando software, referidos en el estatuto como agentes electrónicos, no podían ser refutados en sus efectos legales a menos que hubiera un error en el programa subyacente.
Cuando las partes legales utilizan este tipo de contratos cibernéticos tales como los descritos anteriormente, los riesgos puestos en la contraparte se minimizan y la confianza en la ejecutabilidad se hace más robusta.Igual que en el protocolo EDI, bajo este modelo las partes pueden redactar contratos legales descritos usando la prosa legal tradicional que puede incluir cláusulas que estipulan que las partes están de acuerdo en que el código del Contrato Inteligente se califique como una parte válida del acuerdo.
Este tipo de contratos de nueva generación pueden asimismo incluir disposiciones estándar de terminación para dar a las cortes flexibilidad de interpretar un acuerdo si es necesario.
Cuando se analiza la sinergia potencial, por un lado los Contratos Cibernéticos basados en tecnología Blockchain entremezclados con las disposiciones derivadas de la Ley UETA y el E-Sign Act, esta tecnología disminuye y debilita el argumento para que cualquier contraparte en un acuerdo legal busque evadir responsabilidades debido a que depende, ya sea en su mayoría o en su totalidad, de un lenguaje de Smart Contracts como Solidity.
Los Contratos Cibernéticos del Siglo XXI
Visto de una manera fundamental, lo que hace a los contratos basados en código algo único es que conceden a las partes contrayentes nuevas herramientas para reducir los costos de monitoreo y el potencial de comportamiento oportunístico. Como se describió anteriormente, debido a la naturaleza descentralizada de la tecnología Blockchain, un Contrato Inteligente puede ser diseñado para que ninguna parte en particular controle o pueda detener la ejecución del programa.
Por default, los contratos cibernéticos no son controlados por ningún actor central; cualquier recompensa u obligación de rendimiento solamente se ejecutará de acuerdo a los términos y condiciones expresamente codificadas por el código subyacente. La naturaleza distribuida y descentralizada de la red Blockchain asegura con un alto grado de probabilidad que todas las cláusulas codificadas serán ejecutadas según las condiciones previstas en el código.
Debido a estas características, los Contratos Cibernéticos reducen la necesidad de
que las partes monitoreen las obligaciones codificadas y más bien pueden ahora auditar en tiempo real si cualquier tipo de rendimiento ha sucedido o no. Una vez implementado un Contrato Cibernético, hay menos necesidad de que las partes revisen repetitivamente y monitoreen obligaciones descritas en él, debido a que la seguridad del mismo está basada en una red pública de tecnología Blockchain que ejecutará automáticamente el código del mismo.
Otro beneficio añadido, dada la naturaleza inmutable y a prueba de censura, es que las partes pueden tener la seguridad de que el código subyacente del Contrato Inteligente
no podrá ser cambiado en el futuro.
Debido a la imposibilidad de la alteración de la información almacenada en una bitácora Blockchain, los Contratos Inteligentes reducen la posibilidad de que alguna parte pueda alterar sus obligaciones legales queriendo modificar el código que dicta el contrato.
Al disminuir el riesgo de incumplimiento, la nueva generación de Contratos Cibernéticos abre nuevas avenidas para la creación de relaciones comerciales, proporcionando un rango cada vez mayor de actividades económicas entre entidades que no tienen que confiar una en la otra. Al proveer una alta seguridad de que las obligaciones encarnadas serán automáticamente ejecutadas, los Contratos Cibernéticos podrían sustentar un nuevo rango de transacciones entre individuos y corporaciones anónimas o que no confían entre sí. Cuando se entabla un acuerdo involucrando un Contrato Cibernético, las partes solamente necesitan confiar que el código exponga de manera precisa su intención y que los nodos responsables de mantener la red ejecuten de manera correcta el código de dicho contrato.
Con esta nueva generación de Contratos Cibernéticos, las barreras del lenguaje, las distancias, e inclusive el hecho de hacer negocio con actores 100% anónimos no sería más una limitante al involucrarse en transacciones económicamente beneficiosas. Tal y como predijo Timothy May en 1988, es muy posible que nuestra sociedad empiece de manera incremental a depender en herramientas criptográficas “para realizar negocios y la ejecución de contratos electrónicos sin conocer jamás el nombre verdadero o identidad legal de la otra parte”.
“Money Legos” y transacciones M2M
Como cualquier otro software, los contratos inteligentes proveen ventajas considerables cuando se trata de claridad, precisión y modularidad. Los contratos legales actuales, a pesar de ser redactados con las mejores intenciones, rutinariamente sufren de una muy pobre redacción. Muchas veces entran términos de manera inconsistente que pasan desapercibidos en contratos complejos, especialmente aquellos redactados bajo presión de tiempo, nublando la intención real de las partes.
Cuando nos enfrentamos con cuestiones de tipo de interpretación legal contractual, históricamente las cortes han batallado en aplicar estándares consistentes. Tal y como dijo Allan Farnsworth, uno de los académicos más reconocidos en el área legal de contratos, “el uso de cánones y dogmas en la interpretación contractual es a menudo más ceremonial, una prosa decorativa de decisiones ya alcanzadas en otros campos, más que ser persuasiva, lo cual trataría de mover el criterio de la corte para considerar una decisión que anteriormente nunca había sido alcanzada.”
Durante décadas, diferentes académicos han reconocido que un sistema simbólico como el software en el cual se puedan plasmar y servir como la base fundamental de la lógica de una relación contractual, tiene el grandísimo potencial de eliminar la ambigüedad contractual al transformar promesas vacías en reglas absolutas que son verificables en tiempo real. Debido a que los contratos inteligentes no son nada más que bits de lógica pura ejecutada de una manera determinista, pueden también disminuir o eliminar la posibilidad de malinterpretación en un mundo en el cual las partes pueden, de manera sostenida, identificar el rendimiento y el cumplimiento de obligaciones de una forma objetivamente verificable.
Dada la naturaleza del código, los contratos inteligentes son esencialmente
modulares y pueden ser divididos en mecanismos todavía más pequeños, los cuales pueden ser combinados o reensamblados de manera diferente. En un futuro no muy lejano, tanto programadores como abogados podrían tener a su disposición librerías de código para contratos inteligentes que pueden ser reutilizables para la implementación de cierto tipo de funcionalidad que sea requerida de manera recurrente en un formato legal. Por ejemplo, pueden existir librerías de código de contratos inteligentes destinadas únicamente para controlar la transferencia de pagos sobre periodos específicos de tiempo, ya sea pagando un interés predefinido o no. Estas librerías podrían ser incorporadas en una cantidad importante de acuerdos legales, desde las notas promisorias así como también contratos de empleo, servicios, contratistas y hasta las liquidaciones laborales.
Existe también la posibilidad de que muchas de estas librerías de código digital sean publicadas como código público y gratuito (Open Source Code), lo cual daría la pauta a que muchas librerías de software podrían tener el soporte de una creciente comunidad de expertos legales y programación. Con el paso del tiempo, esto podría llevar a
la emergencia de una serie de estándares basados en Contratos Inteligentes que puedan ser usados, reciclados y mejorados automáticamente gracias a el escrutinio
público y la retroalimentación instantánea.
Paralelamente y de manera muy similar al desarrollo de los lenguajes de actuales de programación, los cuales se han multiplicado y han sido simplificados desde el invento de la computadora, el código al interior de los Contratos Inteligentes podría, con el tiempo, volverse más fácil de manipular e incorporar dentro de una gran cantidad de relaciones contractuales. Así como la tecnología Blockchain madura, estas librerías podrían ir incrementando en complejidad, brindando a las partes la habilidad de redactar contratos inteligentes como uno lo haría con bloques de Lego, con diferentes piezas de código inteligente apilados que en su conjunto pueden ser la base de producción de acuerdos legales que pueden ser más exóticos, complejos, profundos y que responden de manera dinámica a diferentes tipos de situaciones. Este tipo de acuerdos legales 100% digitales pueden ser la entrada de todo un paradigma, ya que los Contratos Inteligentes son nativamente legibles por un algoritmo inteligente, podrían ahora ser usados por dispositivos autónomos e Inteligencia Artificial (IA).
Esto nos da la pauta futura a que dado el uso masivo de Contratos Inteligentes, existan dispositivos conectados al Internet que pueden ahora realizar transacciones de Máquina-a-Máquina (M2M), controlando dichos dispositivos, cuentas de Criptomonedas digitales y entrando en acuerdos para la compra automática de bienes y servicios. Por ejemplo, una máquina de expendio podría automáticamente detectar cuando se ha quedado sin refresco o barras de chocolate y emitir una petición a un distribuidor vía un Contrato Inteligente para surtir la máquina a cambio de una pequeña cuota. Similarmente, un coche Tesla 100% autónomo podría pagar su propia electricidad al usar un Contrato Inteligente, sin la necesidad de intervención humana.
Solarpunk Dreams: explorando las limitaciones de los Contratos Inteligentes
A pesar de todos los beneficios que traen los Contratos Inteligentes, también presentan una
serie de retos en términos de privacidad, formalización de contratos y riesgos de una excesiva estandarización.
Retos a vencer: Privacidad en los Contratos Inteligentes
Los Contratos Inteligentes exhiben un grado de transparencia tal que puede resultar no tan
atractivo a las partes contrayentes. Cuando las partes entran en un acuerdo escrito en la forma tradicional, por lo regular se tiene la opción de mantener los términos de su acuerdo en forma confidencial y privada. Sin embargo, debido a la naturaleza de código abierto de las redes Blockchain, todas las transacciones ejecutadas, así como también el código del contrato inteligente que las ejecuta, son propagadas a lo largo de una red distribuida P2P, las cuales son procesadas públicamente y de manera visible a todos los nodos de la red. Esto crea riesgos inherentes de privacidad, especialmente cuando las direcciones públicas de las partes involucradas en una transacción de una red Blockchain está asociada con entidades conocidas.
Inclusive cuando se mantiene la anonimidad de manera momentánea debido a que la
mayoría de las redes Blockchain utilizan direcciones públicas pseudónimas, existen técnicas de identificación que pueden ser usadas para discernir la identidad física o moral de las partes involucradas en transacciones que tuvieron interacción con un contrato inteligente en particular.
Mientras que el éxito en el uso masivo de estás técnicas no pueda ser garantizado,
a medida que existan más y más transacciones realizadas en un ambiente de una red
Blockchain pública, las partes involucradas pueden empezar a batallar más para
ocultar su identidad. El problema es que una vez que la identidad de una transacción pública ha sido discernida, todas las operaciones realizadas con la misma cuenta pueden ser asociadas con la misma identidad.
Estos retos en el tema de la privacidad pueden limitar severamente el potencial de los Contratos Inteligentes para reemplazar los contratos legales tradicionales en muchos entornos comerciales. Sin esa protección garantizada de la privacidad, los Contratos Inteligentes en su forma actual puede que lleguen a ser no aptos para acuerdos legales donde la confiabilidad es crucial.
Cada vez que un Contrato Inteligente inicia un pago de liquidez a un proveedor , un pago de una deuda o se trata del pago que involucra algo sensible o secreto, existe un gran riesgo de divulgación pública debido a ese registro permanente. A pesar de que en los últimos años se han creado redes Blockchain enfocadas en la privacidad, tales como Zcash y Monero, estas redes hasta la fecha no han conseguido desarrollar el ecosistema necesario para el florecimiento de Contratos Inteligentes robustos como los que ya están disponibles en la red pública Ethereum. Los retos de privacidad vistos desde esta perspectiva nos dan una semblanza un poco incierta en la adopción de los Contratos Inteligentes, así que ahora analizaremos las herramientas existentes para contrarrestar los retos que acabamos de analizar.
Retos en el Diseño y Formalización de los Contratos Inteligentes
Debido a su naturaleza basada en lenguajes formales de programación, los Contratos Inteligentes probablemente no serán útiles para aquellos acuerdos con cláusulas ambiguas o indefinibles. Por diseño, los Contratos Inteligentes facilitan la creación de obligaciones
contractuales las cuales son gobernadas por reglas estrictas y rígidas basadas en código.
Son particularmente adecuados para formalizar acuerdos donde las partes pueden definir
obligaciones de rendimiento de una manera objetiva y predecible, en contrapeso a aquellos en donde las obligaciones de rendimiento no pueden ser definidas de manera precisa o discernible en el momento de la ejecución del contrato.
Asimismo, debemos de reconocer que no todos los contratos involucran transacciones comerciales formalmente definidas. Los acuerdos contractuales a menudo permanecen abiertos debido a que las partes no pueden prever o definir las obligaciones de rendimiento en el momento de la ejecución. Los académicos en el área legal han reconocido ya desde hace tiempo lo que ha sido conocido como la Teoría Relacional de Contratos, en la cual se hace alusión a que muchos contratos operan más como matrimonios a largo plazo que como un romance de una sola noche. En este tipo de estructura legal, las partes rutinariamente ejecutan acuerdos con cláusulas vagamente definidas que son continuamente redefinidos para solventar eventos no previstos o sobrellevar la relación cambiante de las partes. Estos contratos pueden contener cláusulas que han sido vagamente definidas desde origen y a menudo funcionan como un indicador de un acuerdo para continuar la cooperación en el futuro.
Los Contratos Inteligentes muchas veces resultan no ser tan adecuados para incorporar
acuerdos legales que son relacionales de origen. Para implementar un Contrato
Inteligente, las partes involucradas necesitan definir de manera precisa las obligaciones de rendimiento así como también definir si dicho rendimiento depende de la información basada en oráculos humanos, lo cual resulta ser necesario en casos donde la interpretación humana es requerida. Para ciertos acuerdos legales, esto podría resultar extremadamente obvio, como en las Cortes Judiciales. Sin embargo, en el ámbito de las transacciones comerciales, las obligaciones legales puede que resulten ser impredecibles y es aquí donde los Contratos Inteligentes puede que no sean capaces de proveer a las partes de la flexibilidad necesaria para estructurar relaciones contractuales persistentes.
Inclusive en las instancias donde los Contratos Inteligentes son usados para modelar obligaciones legales predecibles y objetivamente verificables, aún en estos campos existen preguntas sobre hasta qué grado el código expuesto puede evidenciar de forma fehaciente las intenciones de las partes de manera precisa. El proceso de incubación de un Contrato Inteligente conlleva decisiones de diseño sobre el sentido, contenido y la aplicación de las cláusulas previamente acordadas entre las partes. Los programadores tendrán asimismo que aplicar el uso de la lógica para la resolución de juicios subjetivos e interpretaciones legales sobre eventos futuros totalmente inciertos, lo cual podría potencialmente oscurecer o distorsionar la intención original de ambas partes.
Paradigmas del Siglo XXI: Contratos entre partes pseudoanónimas
La naturaleza autónoma de los Contratos Inteligentes también crea nuevos retos en materia legal sobre todo en acuerdos comerciales que involucran a partes que no se conocen entre sí. Una vez que el código de un Contrato Inteligente ha sido activado, las partes pseudoanónimas están limitadas para modificar la funcionalidad de un Contrato Inteligente, incluso si hay una falla o un error en el código subyacente.
Cuando un Contrato Inteligente es usado para controlar un acuerdo entre partes con identidades conocidas, las obligaciones de rendimiento encarnadas en el Contrato Inteligente pueden ser enmendadas de forma mutua al generar una segunda transacción que neutraliza o vuelve a un estado neutro los efectos de cualquier código ejecutado previamente. De manera paralela o similar a un acuerdo tradicional, las partes involucradas tienen también la opción de hacer cumplir sus derechos contractuales en una corte u algún otro tribunal que pueda tomar una decisión, la cual podría ser una vía para la recuperación de daños o perjuicios.
Este tipo de instancias pueden ser sumamente diferentes en el contexto de las Finanzas Descentralizadas (DeFi), ya que el código y la ejecución de los contratos base involucran partes que no conocen las identidades de unas con las otras. Por ejemplo, para iniciar una demanda es necesario conocer la identidad de la parte demandada para poder satisfacer los requisitos mínimos de tal servicio. Inclusive si una parte obtuviera un fallo por incumplimiento y existiera un fallo en contra, por ejemplo, de una entidad anónima, dicho fallo por incumplimiento tendría un efecto práctico muy limitado a menos que la identidad de la otra parte de un contrato pudiera de alguna manera ser establecida.
Debido a estos retos regulatorios, la dinámica interna que gobierna los acuerdos base de los Contratos Inteligentes que involucran este tipo de anonimidad exhiben rasgos que difieren de los acuerdos tradicionales. Por ejemplo, la jurisprudencia tradicional y los dogmas doctrinales de las leyes civiles reconocen términos tales como actos desmesurados o riesgo de incapacitación, lo cual muchas veces sirve como una consideración para amortiguar el impacto de contratos que contienen cláusulas predatorias o muy desiguales. Sin embargo, en el Viejo Oeste de los Contratos Inteligentes, dichas herramientas son utilizadas para controlar transacciones entre partes 100% pseudoanónimas, lo cual nos da la pauta a que muchas veces las partes afectadas carecerán de la habilidad de contar con este tipo de defensas legales, por lo que ahora analizaremos el diseño de alineación de incentivos que presentan este tipo de mercados financieros descentralizados.
El futuro: Bufetes Jurídicos + Solidity
La adopción acelerada y cada vez más grande de Contratos Inteligentes también puede acelerar cambios en la oferta de servicios legales, lo cual puede dar como resultado cambios estructurales en la profesión de abogados legales. A medida que los Contratos Inteligentes maduren y se vuelvan más sofisticados, nosotros como ciudadanos tendríamos que confiar mucho menos en el consejo de abogados, optando por el uso de estos nuevos estándares algorítmicos, de los cuales muchos incorporarán código escrito en el lenguaje de Contratos Inteligentes, Solidity.
Como ejemplo, en lugar de requerir los servicios de un abogado experto en derechos de autor, un grupo de músicos podría decidir desplegar código en Solidity que fije las reglas de un Contrato de regalías cibernético que haya sido previamente examinado y ampliamente confiable (por ejemplo, una versión evolucionada del Contrato Inteligente de Ujo Music que fue descrito anteriormente), de forma tal que combine cláusulas en un lenguaje natural estándar + código escrito en el lenguaje Solidity. En un futuro no muy lejano, un portal en línea podría ir encaminando a este grupo de músicos experimentales a través de una serie de preguntas, ayudando a los artistas a crear un contrato personalizado que encaje perfectamente de acuerdo a sus necesidades particulares. Este nuevo tipo de servicio legal podría asimismo dar a los artistas un Contrato Inteligente que controle las regalías y licencias de propiedad intelectual relevantes y que asimismo funcione continuamente para ejecutar de manera autónoma los pagos de regalías sin la necesidad de un intermediario.
Cuando dichos servicios empiecen a ser disponibles y los acuerdos basados en Contratos Inteligentes tengan una amplia adopción en el ámbito legal, aquellos que necesiten de ayuda o asesoría legal podrían ahora dejar de lado la entrevista legal directa de un abogado, reduciendo y haciendo mucho más eficiente el burocratismo legal.
Hoy en día, estamos sumamente acostumbrados a depositar nuestra confianza en sistemas de recomendaciones generados por computadora más que en otras fuentes de información, dando a conocer un fenómeno conocido como automation bias. Actualmente, en lugar de analizar la información desde un punto de vista crítico, seguimos recomendaciones dadas por computadoras y máquinas, inclusive cuando dicha información puede estar equivocada o resulta en la comisión de errores.
A medida que se incrementa la variedad en las plantillas y librerías de código de Contratos Inteligentes, muchas de las sutilezas que se derivan de la complejidad transaccional podrían irse perdiendo. Debido a que este tipo de librerías es muy improbable que por default entren perfectamente a coincidir con todas las particularidades de cada acuerdo comercial y legal, las partes contrayentes podrían decidir la ejecución de sus obligaciones usando disposiciones pre-establecidas, sin considerar cuidadosamente si estas disposiciones encajan precisamente con sus necesidades legales.
Así como evolucionamos de una era en la cual las prendas eran muy caras, hacia otra donde la ropa puede ser producida en masa con una personalización muy limitada, con la adopción creciente de la tecnología Blockchain y otras herramientas de ejecución autónoma de contratos, podemos ser testigos de una evolución desde los contratos caros hechos a la medida hacia la era de los contratos legales con estándares algorítmicos con limitaciones para la personalización individual.
Cypherpunk Nightmares: Contratos Inteligentes Autónomos de carácter criminal o inmoral
Uno de los mayores retos futuros, descrito en los principios de la Cripto Anarquía, es la cuestión de si los Contratos Inteligentes autónomos empezarán a ser atractivos para actores malintencionados que son parte del crimen organizado. Este tipo de actores criminales no pueden confiar en las instituciones tradicionales, tales como Tribunales o pólizas de seguros para contrarrestar el riesgo de fraudes. En vez de eso, utilizan un sistema que depende de reputación, integridad y honor para la coordinación de la conducta así como el uso de varias sanciones para disuadir al engaño, tales como el daño físico o inclusive la muerte.
Con las redes Blockchain y las plataformas de Contratos Inteligentes que emanan de ellas, los criminales contarán con nuevas herramientas para coordinar la actividad ilícita. Este tipo de sistemas de ejecución autónoma basados en código pueden ser usados para crear sistemas alegales que corren en sistemas a prueba de censura basados en Lex Cryptographica. Así como ocurre con las criptomonedas, estos actores pueden usar de forma maliciosa esta tecnología para estructurar acuerdos económicos ilegales de manera tal que pueden subvertir las leyes y regulaciones existentes. Debido a la naturaleza distribuida, flexible e inmutable de una red Blockchain, las obligaciones codificadas en este tipo de Contratos Inteligentes son sumamente difíciles de parar o alterar una vez que han sido ejecutados dentro de una red Blockchain pública distribuida.
Como ejemplo, con los Contratos Inteligentes, existen entidades anónimas que pueden realizar relaciones comerciales para la venta o compra de productos ilícitos, tales como drogas, armas o parafernalia Nazi. Al estar soportados por algoritmos basados en Lex Cryptographica, los mercados descentralizados podrían operar sin ningún tipo de restricción o sin una entidad que vigile la red en busca de actividad ilegal. Como resultado, estos mercados podrían facilitar el amplio intercambio comercial de bienes prohibidos en una o varias jurisdicciones en particular.
Los Contratos Inteligentes también pueden ser implementados para permitir las apuestas y otros juegos de azar. En vez de depender de un casino físico, las Finanzas Descentralizadas pueden ser usadas para coordinar los términos de acuerdos de cualquier tipo de apuestas. Por ejemplo, el proyecto Augur, está basado en código descentralizado que permite a los usuarios jugar apuestas en una red basada en tecnología Blockchain. A diferencia de las plataformas de apuestas en línea existentes, las cuales funcionan con base en depositar la confianza en la ejecución de las transacciones en terceros, Augur funciona a través de una red P2P basada en redes Blockchain que interconecta una serie de Contratos Inteligentes que controlan diferentes mecanismos de la apuesta, desde la creación de apuestas y predicciones sobre diferentes eventos, así como permitir intercambios de ETH después de cada apuesta. Debido a que no hay un intermediario centralizado a cargo de mantener el sistema, no existe ninguna institución o gobierno que pueda apagar el servicio.
Este tipo de ejemplo puede ser solamente el principio de una tendencia mucho más grande. Investigadores de la Universidad Cornell y la Universidad de Maryland han abordado anteriormente, que la tecnología Blockchain podría ser utilizada para permitir crímenes más complejos, tales como el asesinato de una figura pública, a través de una recompensa controlada autónomamente por un Contrato Inteligente.
De acuerdo a estas teorías, una entidad que busque asesinar a un Senador, Presidente de un país o Primer Ministro podría transferir monedas digitales a una cuenta fiduciaria creada y administrada por un Contrato Inteligente (Smart Escrow). Los criminales interesados en recolectar dicha recompensa podrían enviar información hacia el Contrato Inteligente a través de un mensaje con una firma digital que delinee los hechos básicos sobre la fecha y localización del asesinato. Para determinar si es apropiado enviar el pago de la recompensa, el Contrato Inteligente podría revisar uno o más oráculos externos de confianza, tales como un material autentificado del New York Times, para decidir si la víctima ha muerto. Si el primer mensaje del asesino concuerda con la información confiable revelada por uno o más oráculos, el código autónomo podría ejecutar una transacción monetaria hacia la cuenta del criminal con el monto total de la recompensa.
Un sistema tal podría permitir ostensiblemente la actividad criminal y permitir la generación de mafias criminales. Si un Contrato Inteligente consiguiera definir las condiciones de un crimen así como controlar el pago correspondiente, no habría necesidad de que las partes criminales tengan un plan de encuentro para delinear estrategias o propósitos. Un asesino a sueldo solo necesitaría saber sobre la recompensa y ejecutar el crimen de tal manera que concuerde con las condiciones predefinidas del Contrato Inteligente. Dicha actividad criminal podría ser llevada a cabo sin exponer la identidad usando servicios de mixing o monedas digitales tales como Zcash. Dado que los Contratos Inteligentes permiten la coordinación de partes anónimas, aquellos involucrados en permitir o ejecutar el crimen ni siquiera necesitarían comunicarse los unos con los otros para involucrarse en actividades ilegales.
Conclusiones finales: ¿Sueños Solarpunk o Pesadillas Cypherpunk?
Al final del día, en el ámbito que concierne a los contratos legales y comerciales, las redes Blockchain P2P permiten actividades tanto legales como ilícitas. Por otra parte, pueden resultar ser la base de una nueva estructura y permitir nuevas formas de acuerdos digitales que operen de manera autónoma, disminuyendo costos de monitoreo y riesgos de mal comportamiento oportunístico, que puede ir marcando el inicio en la Era de las transacciones M2M (Machine-to-Machine, o transacciones entre algoritmos), así como la Era de los Contratos basados en Inteligencia Artificial. Al mismo tiempo, de manera paralela como ocurre con las criptomonedas digitales, analizamos el hecho de que existan partes malintencionadas que puedan abusar o hacer mal uso de esta tecnología para establecer acuerdos económicos totalmente ilegales, estructurados de manera tan compleja que sean difíciles de rastrear y puedan estar al margen de las leyes y regulaciones existentes. Una de las conclusiones más atemorizantes es que existan entidades que utilicen la tecnología detrás de la revolución Lex Cryptographica para hacer sumamente difícil que los gobiernos y autoridades públicas intervengan y restrinjan la conducta criminal, alentando a la creación de mercados negros, apuestas y actividades ilegales, incluyendo actos criminales coordinados por partes totalmente anónimas.
Esto es el principio de una Cripto Civilización gobernada por Lex Cryptographica.
¿Estamos listos?